6 de febrero de 2009

Los awá te necesitan. Indígenas aislados se enfrentan a la aniquilación


Los awá son un pequeño pueblo indígena que vive en el estado amazónico de Maranhão. Son uno de los dos únicos pueblos de cazadores-recolectores nómadas que quedan en Brasil.


Dolor y muerte en el corazón verde

JOSÉ MANUEL NIEVES - Viernes, 06-02-09 - abc.es

Los awá son un pueblo tranquilo, pequeño y que ha vivido siempre en completa armonía con la Naturaleza. En total suman apenas unos pocos centenares de personas y muchos de ellos no han tenido jamás contacto alguno con nuestra civilización.
Durante incontables generaciones, los awá han vivido en medio de una abundancia que sólo conocen los que, como ellos, habitan en la región más fértil del planeta. Aunque se han detectado pequeños grupos awá en otros lugares, la mayor parte de ellos, unos 300, se encuentran en el estado brasileño de Maranhao.

Se constituyen en pequeños grupos autosuficientes de 20 ó 30 personas que se mueven con gran rapidez por sus territorios. Son nómadas. A medida que se trasladan, mantienen encendidas las brasas de sus hogueras, con las que prenden de nuevo el fuego al llegar a su destino.

Sin embargo, los awá no siempre vivieron de esta manera. Se piensa que hasta hace algo más de un siglo, se trataba de un pueblo sedentario que cultivaba cereales y huertas. Pero la llegada masiva de colonos a finales del siglo XIX y principios del XX les obligó a moverse para sobrevivir. Muchos de ellos, igual que los miembros de otras tribus amazónicas, fueron masacrados sin piedad o hechos esclavos y obligados a trabajar en plantaciones hasta la misma muerte.
Fue ese su primer contacto con la “civilización”. Y las cosas, desde entonces, no han hecho más que empeorar. Hoy, lo que queda de su selva está siendo destruido implacablemente. Madereros, ganaderos y colonos invaden sin contemplaciones sus territorios, derribando los árboles, cazando los animales de los que depende su supervivencia y exponiéndoles todo tipo de vejaciones y desprecios.
Siete de cada diez de los awá que contactaron entonces con los colonos murieron. De enfermedades, trabajando como esclavos o incluso perseguidos en terribles cacerías humanas
Ya en los años setenta se intentó “asentarles” en reservas. Pero la mayoría de ellos murió, víctima de enfermedades para las que sus organismos no estaban preparados, entre ellas la gripe. En esos años llegaron también las minas y el ferrocarril a la región, con un resultado desastroso para esta tribu. Siete de cada diez de los awá que contactaron entonces con los colonos murieron. De enfermedades, trabajando como esclavos o incluso perseguidos en terribles cacerías humanas. Sólo los que se han mantenido aislados han tenido, hasta ahora, una posibilidad para sobrevivir.

Pero hasta eso se está acabando. Hoy, y a pesar de que el gobierno de Brasil ha reconocido legalmente las tierras de los awá, sus límites son continuamente traspasados y violados. Hoy, un grupo de madereros se encuentra a apenas 3 km de una comunidad awá. Muchos de los 300 que hoy luchan por la supervivencia (60 de ellos jamás contactados) han sido testigos de terribles matanzas y han salvado la vida de milagro. Como Karapiru, que tras ver morir a su familia pasó diez años deambulando solo por la selva porque pensaba que era el único que quedaba vivo.
Karapiru, tras ver morir a su familia, pasó diez años deambulando solo por la selva porque pensaba que era el único que quedaba vivo
Hasta ahora, los awá han ido huyendo, retirándose a las zonas más profundas de su selva. Pero ya no queda dónde ir. En los últimos meses, han empezado a defenderse y a plantar cara a los invasores. La organización Survival International ha lanzado una campaña urgente para proteger a los awá. Se puede conocer más sobre ellos en la página web que Survival tiene habilitada. Y colaborar para ayudarles.

Fiona Watsonn, la coordinadora de campañas de Survival, que ha visitado a los awá, asegura que “son cazadores formidables y unos recolectores expertos, pero necesitan cada centímetro de su selva para proveerse a sí mismos. Aunque parezca increíble aún sobreviven en el siglo XXI, pero a menos que el Gobierno actúe rápido, ninguno de ellos lo verá terminar”.

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